PERSONAJES


            EL PADRE DE LA PATRIA

Retrato del Padre de la Patria en el Museo Casa Natal Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo.
El patricio bayamés Carlos Manuel de Céspedes fue protagonista de uno de los episodios más bellos y conmovedores de nuestra historia, un verdadero ejemplo de amor y entrega a una causa revolucionaria.
Es inolvidable el enorme sacrificio de Céspedes, a quien los españoles intentaron extorsionar de la manera más burda, y lo conminaron a abandonar la lucha a cambio de la vida de su hijo. 
Amado Oscar Céspedes y Céspedes, hijo del Padre de la Patria, había partido el 23 de diciembre de 1869 desde Nueva York, en una expedición que desembarcó por el norte de las Tunas.
El joven se dirigía hacia Guáimaro para reunirse con su padre e incorporarse a la lucha revolucionaria, cuando el 12 de mayo de 1870, en el potrero “La Caridad”, es hecho prisionero por tropas españolas.
El Capitán General de la Isla, Antonio Caballero de Rodas, exigió a Amado Oscar que para salvar la vida escribiera una carta a su padre, pidiéndole que depusiera las armas.
Detalle del Monumento a Céspedes en la Plaza de la Revolución, que refleja el momento del fusilamiento a Oscar.
                                                                                                       El joven bayamés con dignidad le respondió: “Yo jamás traicionaré a mi Patria, y mucho menos a mi padre.” Esta intransigencia selló la  suerte del hijo del máximo líder insurrecto cubano.
Amado Oscar Céspedes y Céspedes fue ejecutado el 29 de mayo de 1870, en la Villa de Puerto Príncipe, actual ciudad de Camagüey.
Luego de fusilado el joven, y en una acción muy repugnante, el capitán general Caballero de Rodas, dirigió una carta a Carlos Manuel de Céspedes el primero de junio de ese año, comunicándole de la prisión de Amado Oscar, y ofreciéndole la vida a cambio de un arreglo personal, cuyas bases se discutirían posteriormente:
Puerto Príncipe, primero de junio de 1870.
Licenciado Don Carlos Manuel de Céspedes.
Mi muy señor mío:
Es en mi poder el prisionero por fuerzas de mi mando su hijo Oscar de Céspedes; en sus manos de Usted queda su salvación. Dígame por el puerto que quisiera embarcarse para darles absoluta garantía.
Por el portador puede hacerme la contesta. Dios guarde a Usted muchos años.
Capitán General Don Antonio Fernández,
Caballero de Rodas.
Ante el chantaje español, Carlos Manuel de Céspedes renunció a negociar sobre la base de su capitulación, hecho que demostró su firmeza revolucionaria.
Inmediatamente después de recibir la carta, el insigne patriota redactó su tajante respuesta en los términos siguientes:
Campamento de Cuyaguajal, 2 de junio de 1870.
Excelentísimo señor Capitán General.
Caballero de Rodas.
Excelentísimo señor:
Es en mi poder la carta de vuestra Excelencia, donde me informa de la fatal desgracia en que mi hijo Oscar ha sido hecho prisionero por fuerzas de su mando y, a su vez, la conminación de que hace vuestra Excelencia para salvar a mi hijo, de que abandone el país ofreciéndome lugar de salida.
Duro se me hace pensar que un militar digno y pundonoroso como vuestra Excelencia, pueda permitir semejante venganza si no acato su voluntad; pero si así lo hiciere, Oscar no es mi único hijo, lo son todos los cubanos que mueren por nuestras libertades patrias. Dios guarde a Usted muchos años.
Carlos Manuel de Céspedes.
Con esta heroica acción, Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo resume en su persona, por su actuar y sacrificio ante el altar de la Patria, el orgullo de ser cubano, y nos dio muchas razones para recordarlo siempre como el Padre de todos los cubanos.
Poster ubicado en la Plaza de la Patria, de Bayamo.
   

FRANCISCO VICENTE AGUILERA


Monumento a Francisco Vicente Aguilera en el parque Retablo de los Héroes, de Bayamo
Aunque era uno de los hombres más ricos de Cuba en la segunda mitad del siglo 19, el patricio bayamés Francisco Vicente Aguilera y Tamayo entregó toda su fortuna a la causa revolucionaria, en un gesto que puede considerarse como el principal ejemplo de desprendimiento material a favor de la libertad y la independencia de la Patria.
Precisamente este 23 de junio recordamos que hace 189 años, en 1821, nació en Bayamo quien fue el protagonista de una de las acciones más altruista de nuestra historia.
Aguilera nació en el seno de una familia distinguida y acomodada, cuyo patrimonio se extendía por las localidades orientales de Bayamo, Manzanillo, Las Tunas y Jiguaní. 
La casa donde nació y vivió el patriota en Bayamo está ubicada en la calle Céspedes  esquina Canducha Figueredo, a sólo una cuadra de la Plaza del Himno, y actualmente radica allí la biblioteca 1868.
Como rico hacendado, Aguilera poseía unas diez  mil caballerías de tierras con trescientas fincas dedicadas a diversas producciones, y contaba además con varios ingenios azucareros, dotados de técnicas modernas.
Disponía también de gran cantidad de propiedades urbanas, entre ellas el teatro de la ciudad de Bayamo, y en sus potreros pastaban más de 35 mil cabezas de ganado vacuno y 400 mil caballar, y contaba además con medio millar de esclavos, cantidad que no incrementó porque era opuesto a la esclavitud.
Estuvo entre los primeros en sumarse a los planes conspirativos para crear las condiciones de la lucha armada contra el colonialismo español.
Fue electo por aprobación general presidente de la Junta Revolucionaria de Oriente, y puso a disposición de la causa todos sus bienes,  con tal de contribuir al financiamiento de la insurrección.
Cuando comenzó  la guerra el 10 de octubre de 1868, Aguilera se lanzó a la acción con 150 hombres, entre los cuales se encontraban esclavos recién liberados.
Apoyó sin vacilaciones la heroica decisión de los pobladores de Bayamo de incendiar la ciudad antes de que el enemigo se apoderara de ella, y cuando alguien le dijo que sus pérdidas personales iban a ser cuantiosas, respondió: “Nada tengo mientras no tenga Patria”
Fue secretario de la guerra de la República en Armas, más tarde la Cámara de Representantes lo nombró, como reconocimiento a sus méritos, vicepresidente de la República,  y le otorgaron posteriormente los grados de general en jefe del ejército de Oriente.
En 1871 le encomendaron la delicada misión de viajar a Estados Unidos para buscar solución a la compleja situación existente en el seno de la emigración cubana, que entorpecía seriamente el envío de recursos a los que combatían en la Isla.
Fueron innumerables los problemas a los que tuvo que enfrentarse, no obstante logró preparar dos expediciones y en busca de más apoyo, viajó a París, vía Londres, para organizar a los emigrados de allá.
Su gestión en Europa no encontró la esperada acogida. Reclamado en Nueva York nuevamente, se dedicó a organizar una expedición que lo llevara a Cuba.
Tales fueron las penurias económicas que padeció en Estados Unidos, que Aguilera, cabeza de una familia numerosa,  se vio obligado a llevar a sus hijos pequeños a instituciones de caridad y a que sus hijas mayores trabajaran como costureras en una sastrería.
Monumento funerario sobre la tumba de Francisco Vicente Aguilera, en Bayamo.
Nunca se cansó de insistir para regresar a la Patria, pero sus anhelos encontraron un inesperado obstáculo: un cáncer en la garganta lo condujo a la muerte, en brazos de sus hijas, lejos de la tierra que tanto amó,  y por cuya libertad había entregado toda su riqueza material.
Aguilera padeció la pobreza, cuando pudo fácilmente disfrutar de una existencia rodeada de comodidades.  El nunca perdió la mayor de las riquezas que puede poseer un ser humano: sus principios, su honradez, desinterés, espíritu de sacrificio y de justicia, patriotismo y abnegación.
Para los cubanos de hoy es muy necesario conocer la vida y obra de Francisco Vicente Aguilera y Tamayo, y adentrarse en el costo humano y material de aquella contienda bélica que agigantó la gloria de patriotas como este bayamés, quienes entregaron todos sus  bienes para financiar la libertad de Cuba.

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